Historia de la Matemática
En el pasado la matemática era considerada como la ciencia de la cantidad, referida a las magnitudes (como en la geometría), a los números (como en la aritmética), o a la generalización de ambos (como en el álgebra).
Hacia mediados
del siglo XIX la matemática se empezó a considerar como la ciencia de las
relaciones, o como la ciencia que produce condiciones necesarias. Esta última
noción abarca la lógica matemática o simbólica —ciencia que consiste en
utilizar símbolos para generar una teoría exacta de deducción e inferencia lógica
basada en definiciones, axiomas, postulados y reglas que transforman elementos
primitivos en relaciones y teoremas más complejos.
En realidad,
las matemáticas son tan antiguas como la propia humanidad: en los diseños
prehistóricos de cerámica, tejidos y en las pinturas rupestres se pueden
encontrar evidencias del sentido geométrico y del interés en figuras
geométricas. Los sistemas de cálculo primitivos estaban basados, seguramente,
en el uso de los dedos de una o dos manos, lo que resulta evidente por la gran
abundancia de sistemas numéricos en los que las bases son los números 5 y 10.
Las
matemáticas más antiguas
Las primeras
referencias a matemáticas avanzadas y organizadas datan del tercer milenio
a.C., en Babilonia y Egipto. Estas matemáticas estaban dominadas por la
aritmética, con cierto interés en medidas y cálculos geométricos y sin mención
de conceptos matemáticos como los axiomas o las demostraciones.
Los primeros
libros egipcios, escritos hacia el año 1800 a.C., muestran un
sistema de numeración decimal con distintos símbolos para las sucesivas
potencias de 10 (1, 10, 100…), similar al sistema utilizado por los romanos.
Los números se representaban escribiendo el símbolo del 1 tantas veces como
unidades tenía el número dado, el símbolo del 10 tantas veces como decenas
había en el número, y así sucesivamente. Para sumar números, se sumaban por
separado las unidades, las decenas, las centenas… de cada número. La
multiplicación estaba basada en duplicaciones sucesivas y la división era el proceso
inverso.
Los egipcios fueron capaces de resolver problemas aritméticos con
fracciones, así como problemas algebraicos elementales. En geometría
encontraron las reglas correctas para calcular el área de triángulos,
rectángulos y trapecios, y el volumen de figuras como ortoedros, cilindros y,
por supuesto, pirámides. Para calcular el área de un círculo, los egipcios
utilizaban un cuadrado y llegaban a un valor muy cercano al que
se obtiene utilizando la constante pi (3,14).
El sistema
babilónico de numeración era bastante diferente del egipcio. En el babilónico
se utilizaban tablillas con varias muescas o marcas en forma de cuña
(cuneiforme); una cuña sencilla representaba al 1 y una marca en forma de
flecha representaba al 10.
China y las matemáticas
Aunque la civilización china es cronológicamente
comparable a las civilizaciones egipcia y mesopotámica, los registros
existentes son bastante menos fiables.
La
primera obra matemática es "probablemente" el Chou Pei (horas
solares) ¿1200 a.C.? y junto a ella la más importante es "La matemática de
los nueve libros" o de los nueve capítulos. Esta obra, de carácter
totalmente heterogéneo, tiene la forma de pergaminos independientes y están
dedicados a diferentes temas de carácter eminentemente práctico formulados en
246 problemas concretos, a semejanza de los egipcios y babilónicos y a
diferencia de los griegos cuyos tratados eran expositivos, sistemáticos y
ordenados de manera lógica.
Los
problemas resumen un compendio de cuestiones sobre agricultura, ingeniería,
impuestos, cálculo, resolución de ecuaciones y propiedades de triángulos
rectángulos.
El
sistema de numeración es el decimal jeroglífico. Las reglas de las operaciones
son las habituales, aunque destaca como singularidad, que en la división de
fracciones se exige la previa reducción de éstas a común denominador.
Dieron
por sentada la existencia de números negativos, aunque nunca los aceptaron como
solución a una ecuación
La
contribución algebraica más importante es, sin duda, el perfeccionamiento
alcanzado en la regla de resolución de sistemas de ecuaciones lineales. Para
todos los sistemas se establece un método genérico de resolución muy similar al
que hoy conocemos como método de Gauss, expresando incluso los coeficientes en
forma matricial, transformándolos en ceros de manera escalonada.
Inventaron
el "tablero de cálculo", artilugio consistente en una colección de
palillos de bambú de dos colores (un color para expresar los números positivos
y otro para los negativos) y que podría ser considerado como una especie de
ábaco primitivo.
Esta
orientación algorítmica de las matemáticas en la China Antigua, se mantiene
hasta mediados del siglo XIV debido fundamentalmente a las condiciones
socio-económicas de esta sociedad.
Con
el desarrollo del "método del elemento celeste" se culminó el
desarrollo del álgebra en China en la edad media. Este método, desarrollado por
Chou Shi Hié, permitía encontrar raíces no sólo enteras, sino también
racionales, e incluso aproximaciones decimales para ecuaciones de la forma Pn(x)=a4x4+a3x3+a2x2+a1x+ao .
El
método del elemento celeste es equivalente al que en Occidente denominamos
"método de Horner", matemático que vivió medio siglo más tarde.
Otro
gran logro de la época medieval fue la suma de progresiones desarrollado por
Chon Huo (s. XI) y Yang Hui (s.XIII). Unido a estas sumas de progresiones se
establecieron elementos sólidos en la rama de la combinatoria, construyendo el
llamado "espejo precioso" de manera similar al que hoy conocemos como
triángulo de Tartaglia o Pascal.
No
se puede decir que la geometría fuese el punto fuerte de la cultura china,
limitándose principalmente a la resolución de problemas sobre distancias y
semejanzas de cuerpos.
Aproximadamente a mediados del siglo XIV
comenzó en China un largo periodo de estancamiento.
Las
matemáticas en Grecia
Los griegos
tomaron elementos de las matemáticas de los babilonios y de los egipcios. La
innovación más importante fue la invención de las matemáticas abstractas
basadas en una estructura lógica de definiciones, axiomas y demostraciones.
Según los cronistas griegos, este avance comenzó en el siglo VI a.C. con Tales
de Mileto y Pitágoras de Samos. Este último enseñó la importancia del estudio
de los números para poder entender el mundo. Algunos de sus discípulos hicieron
importantes descubrimientos sobre la teoría de números y la geometría, que se
atribuyen al propio Pitágoras.
En el siglo V
a.C., algunos de los más importantes geómetras fueron el filósofo atomista
Demócrito de Abdera, que encontró la fórmula correcta para calcular el volumen
de una pirámide, e Hipócrates de Cos, que descubrió que el área de figuras
geométricas en forma de media luna limitadas por arcos circulares son iguales a
las de ciertos triángulos. Este descubrimiento está relacionado con el famoso problema
de la cuadratura del círculo (construir un cuadrado de área igual a un círculo
dado).
Otros dos problemas bastante conocidos que tuvieron su origen en el
mismo periodo son la trisección de un ángulo y la duplicación del cubo
(construir un cubo cuyo volumen es dos veces el de un cubo dado). Todos estos
problemas fueron resueltos, mediante diversos métodos, utilizando instrumentos
más complicados que la regla y el compás. Sin embargo, hubo que esperar hasta
el siglo XIX para demostrar finalmente que estos tres problemas no se pueden
resolver utilizando solamente estos dos instrumentos básicos.
A finales del
siglo V a.C., un matemático griego descubrió que no existe una unidad de
longitud capaz de medir el lado y la diagonal de un cuadrado, es decir, una de
las dos cantidades es inconmensurable. Esto significa que no existen dos
números naturales m y n cuyo cociente sea igual a la proporción
entre el lado y la diagonal.
Debido a que los griegos sólo utilizaban los números
naturales (1, 2, 3…), no pudieron expresar numéricamente este cociente entre la
diagonal y el lado de un cuadrado (este número es lo que hoy se
denomina número irracional). En razón de este descubrimiento se abandonó la
teoría pitagórica de la proporción, basada en números, y se tuvo que crear una
nueva teoría no numérica. Ésta fue introducida en el siglo IV a.C. por el
matemático Eudoxo de Cnido, y la solución se puede encontrar en los Elementos de Euclides. Eudoxo, además, descubrió un método para demostrar rigurosamente
supuestos sobre áreas y volúmenes mediante aproximaciones sucesivas.
Euclides,
matemático y profesor que trabajaba en el famoso Museo de Alejandría, también
escribió tratados sobre óptica, astronomía y música. Los trece libros que
componen sus Elementos contienen la mayor parte del conocimiento
matemático existente a finales del siglo IV a.C., en áreas tan diversas como la
geometría de polígonos y del círculo, la teoría de números, la teoría de los
inconmensurables, la geometría del espacio y la teoría elemental de áreas y volúmenes.
El siglo
posterior a Euclides estuvo marcado por un gran auge de las matemáticas, como
se puede comprobar en los trabajos de Arquímedes de Siracusa y de un joven
contemporáneo, Apolonio de Perga.
Arquímedes utilizó un nuevo método teórico,
basado en la ponderación de secciones infinitamente pequeñas de figuras
geométricas, para calcular las áreas y volúmenes de figuras obtenidas a partir
de las cónicas. Éstas habían sido descubiertas por un alumno de Eudoxo llamado
Menaechmo, y aparecían como tema de estudio en un tratado de Euclides; sin
embargo, la primera referencia escrita conocida aparece en los trabajos de
Arquímedes. También investigó los centros de gravedad y el equilibrio de
ciertos cuerpos sólidos flotando en agua.
Casi todo su trabajo es parte de la
tradición que llevó, en el siglo XVII, al desarrollo del cálculo. Su
contemporáneo, Apolonio, escribió un tratado en ocho tomos sobre las cónicas, y
estableció sus nombres: elipse, parábola e hipérbola. Este tratado sirvió de
base para el estudio de la geometría de estas curvas hasta los tiempos del
filósofo y científico francés René Descartes en el siglo XVII.
Después de
Euclides, Arquímedes y Apolonio, Grecia no tuvo ningún geómetra de la misma
talla. Los escritos de Herón de Alejandría en el siglo I d.C. muestran cómo
elementos de la tradición aritmética y de medidas de los babilonios y egipcios
convivieron con las construcciones lógicas de los grandes geómetras.
Los libros
de Diofante de Alejandría en el siglo III d.C. continuaron con esta misma
tradición, aunque ocupándose de problemas más complejos. En ellos Diofante
encuentra las soluciones enteras para aquellos problemas que generan ecuaciones
con varias incógnitas. Actualmente, estas ecuaciones se denominan diofánticas y
se estudian en el análisis diofántico.
Las
matemáticas aplicadas en Grecia
En paralelo con
los estudios sobre matemáticas puras hasta ahora mencionados, se llevaron a
cabo estudios de óptica, mecánica y astronomía. Muchos de los grandes
matemáticos, como Euclides y Arquímedes, también escribieron sobre temas
astronómicos.
A principios
del siglo II a.C., los astrónomos griegos adoptaron el sistema babilónico de
almacenamiento de fracciones y, casi al mismo tiempo, compilaron tablas de las
cuerdas de un círculo. Para un círculo de radio determinado, estas tablas daban
la longitud de las cuerdas en función del ángulo central correspondiente, que
crecía con un determinado incremento. Eran similares a las modernas tablas del
seno y coseno, y marcaron el comienzo de la trigonometría. En la primera
versión de estas tablas —las de Hiparco, hacia el 150 a.C.— los arcos crecían
con un incremento de 71°, de 0° a 180°.
En tiempos del astrónomo Tolomeo, en el siglo II d.C.,
la maestría griega en el manejo de los números había avanzado hasta tal punto
que Tolomeo fue capaz de incluir en su Almagesto una tabla de las
cuerdas de un círculo con incrementos de 1° que, aunque expresadas en forma sexagesimal, eran
correctas hasta la quinta cifra decimal.
Mientras tanto,
se desarrollaron otros métodos para resolver problemas con triángulos planos y
se introdujo un teorema —que recibe el nombre del astrónomo Menelao de
Alejandría— para calcular las longitudes de arcos de esfera en función de otros
arcos. Estos avances dieron a los astrónomos las herramientas necesarias para
resolver problemas de astronomía esférica, y para desarrollar el sistema
astronómico que sería utilizado hasta la época del astrónomo alemán Johannes
Kepler.
Las
matemáticas en la edad media
En Grecia,
después de Tolomeo, se estableció la tradición de estudiar las obras de estos
matemáticos de siglos anteriores en los centros de enseñanza. El que dichos
trabajos se hayan conservado hasta nuestros días se debe principalmente a esta
tradición. Sin embargo, los primeros avances matemáticos consecuencia del
estudio de estas obras aparecieron en el mundo árabe.
La India y las matemáticas
Son muy escasos los documentos de tipo matemático
que han llegado a nuestras manos, pese a tener constancia del alto nivel
cultural de esta civilización. Aun más que en el caso de China, existe una
tremenda falta de continuidad en la tradición matemática hindú y al igual que
ocurría con las tres civilizaciones anteriores, no existe ningún tipo de
formalismo teórico.
Los primeros indicios matemáticos se calculan
hacia los siglos VIII-VII a.C, centrándose en aplicaciones geométricas para la
construcción de edificios religiosos y también parece evidente que desde
tiempos remotos utilizaron un sistema de numeración posicional y decimal.
Fue,
sin embargo, entre los siglos V-XII d.C cuando la contribución a la evolución
de las matemáticas se hizo especialmente interesante, destacando cuatro nombres
propios: Aryabhata (s.VI), Brahmagupta (s.VI), Mahavira (s. IX) y Bhaskara
Akaria (s.XII).
La característica principal del desarrollo
matemático en esta cultura, es el predominio de las reglas aritméticas de
cálculo, destacando la correcta utilización de los números negativos y la
introducción del cero, llegando incluso a aceptar como números validos las números
irracionales.
Profundizaron
en la obtención de reglas de resolución de ecuaciones lineales y cuadráticas,
en las cuales las raíces negativas eran interpretadas como deudas.
Desarrollaron también, sin duda para resolver problemas astronómicos, métodos
de resolución de ecuaciones diofánticas, llegando incluso a plantear y resolver
(s.XII) la ecuación x2=1+ay2, denominada ecuación de
Pelt.
Como resumen acabaremos diciendo que en la
historia de la India se encuentran suficientes hechos que ponen en evidencia la
existencia de relaciones políticas y económicas con los estados griegos,
egipcios, árabes y con China. Matemáticamente se considera indiscutible la
procedencia hindú del sistema de numeración decimal y las reglas de cálculo.
Los
árabes y las matemáticas
Los
números que llamamos árabes no son árabes sino hindúes; pero la mayoría de la
gente cree, erróneamente, que los números que utiliza son árabes.
Tampoco
las cifras que utilizamos son originales de los árabes: si se observa la grafía
hindú del siglo VI se puede comprobar que es muy similar a la nuestra.
Después de un
siglo de expansión en la que la religión musulmana se difundió desde sus
orígenes en la península Arábiga hasta dominar un territorio que se extendía
desde la península Ibérica hasta los límites de la actual China, los árabes
empezaron a incorporar a su propia ciencia los resultados de "ciencias
extranjeras".
Los traductores
de instituciones como la Casa de la Sabiduría de Bagdad, mantenida por los
califas gobernantes y por donaciones de particulares, escribieron versiones
árabes de los trabajos de matemáticos griegos e indios.
Hacia el año
900, el periodo de incorporación se había completado y los estudiosos
musulmanes comenzaron a construir sobre los conocimientos adquiridos.
El sistema hindú era, al contrario del
griego o romano, de carácter "posicional". Lo que significa que las
cifras tiene diferente valor según el lugar que ocupan. Entre otros avances, los
matemáticos árabes ampliaron el sistema indio de posiciones decimales en aritmética
de números enteros, extendiéndolo a las fracciones decimales.
Para los romanos V era siempre
cinco estuviera colocado en una posición o en otra (V I I= 5+1+1=7; VI =
5+1=6), mientras que para nosotros, y mucho antes para los hindúes, en el
número 511 el cinco vale quinientos mientras que en el 51 vale cincuenta. Esta
idea que hoy nos puede parecer tan elemental los grandes matemáticos griegos no
la tuvieron y sin embargo se tiene constancia de que en el siglo VI los hindúes
no sólo la utilizaban en su sistema de numeración sino que además manejaban con
soltura las cuatro reglas y el cero.
El gran mérito atribuible, pues, a los árabes es el de haberse dado cuenta de
las ventajas que el sistema hindú tenía sobre todos los demás.
Cuando se habla de matemática árabe no se
suele tener en cuenta, además, que muchos de los científicos de los que se
habla eran persas, judíos e incluso cristianos.
En el siglo
XII, el matemático persa Omar Khayyam generalizó los métodos indios de
extracción de raíces cuadradas y cúbicas para calcular raíces cuartas, quintas
y de grado superior.
El
más conocido de los matemáticos árabes es Mohammed Ibn Musa Al-Khwarizmi (780-850), conodido como padre del álgebra.
Se
sabe poco de su vida salvo que vivió en la primera mitad del siglo IX y que
trabajó en la biblioteca del califa de Bagdad.
Escribió
libros sobre geografía, astronomía y matemática. En su obra Aritmética ("Algoritmi de numero indorum") explica con detalle el funcionamiento
del sistema decimal y del cero que usaban en la India. Obra de gran importancia
pues contribuyó a la difusión del sistema de numeración indio y al conocimiento
del cero.
Debe
destacarse la obra de contenido algebráico "Hisab al-yabr wa'l
muqqabala", considerada uno de los primeros libros de álgebra. Obra
eminentemente didáctica con abundantes problemas para resolver y adiestrar al
lector, principalmente, en la resolución de ecuaciones de segundo grado.
Es el autor de uno de los métodos más
antiguos que se conocen para resolver ecuaciones de segundo grado. Dicho
método, geométrico, se conoce como de completar cuadrado.
Los geómetras,
como Ibrahim ibn Sinan, continuaron las investigaciones de Arquímedes sobre
áreas y volúmenes. Kamal al-Din y otros aplicaron la teoría de las cónicas a la
resolución de problemas de óptica. Los matemáticos Habas al-Hasib y Nasir
ad-Din at-Tusi crearon trigonometrías plana y esférica utilizando la función
seno de los indios y el teorema de Menelao. Estas trigonometrías no se
convirtieron en disciplinas matemáticas en Occidente hasta la publicación del De
triangulis omnimodis (1533) del astrónomo alemán Regiomontano.
Finalmente,
algunos matemáticos árabes lograron importantes avances en la teoría de
números, mientras otros crearon una gran variedad de métodos numéricos para la
resolución de ecuaciones.
Los países
europeos con lenguas latinas adquirieron la mayor parte de estos conocimientos
durante el siglo XII, el gran siglo de las traducciones.
Los trabajos de
los árabes, junto con las traducciones de los griegos clásicos fueron los
principales responsables del crecimiento de las matemáticas durante la edad
media. Los matemáticos italianos, como Leonardo Fibonacci y Luca Pacioli (uno
de los grandes tratadistas del siglo XV en álgebra y aritmética, que desarrollaba
para aplicar en el comercio), se basaron principalmente en fuentes árabes para
sus estudios.
Las
matemáticas durante el renacimiento
Aunque el final
del periodo medieval fue testigo de importantes estudios matemáticos sobre
problemas del infinito por autores como Nicole Oresme, no fue hasta principios
del siglo XVI cuando se hizo un descubrimiento matemático de trascendencia en
Occidente. Era una fórmula algebraica para la resolución de las ecuaciones de
tercer y cuarto grado, y fue publicado en 1545 por el matemático italiano
Gerolamo Cardano en su Ars magna.
Este hallazgo llevó a los matemáticos
a interesarse por los números complejos y estimuló la búsqueda de soluciones
similares para ecuaciones de quinto grado y superior. Fue esta búsqueda la que a
su vez generó los primeros trabajos sobre la teoría de grupos a finales del
siglo XVIII y la teoría de ecuaciones del matemático francés Évariste Galois a
principios del XIX.
También durante
el siglo XVI se empezaron a utilizar los modernos signos matemáticos y
algebraicos. El matemático francés François Viète llevó a cabo importantes
estudios sobre la resolución de ecuaciones. Sus escritos ejercieron gran
influencia en muchos matemáticos del siglo posterior, incluyendo a Pierre de
Fermat en Francia e Isaac Newton en Inglaterra.
Avances
en el siglo XVII
Los europeos
dominaron el desarrollo de las matemáticas después del renacimiento.
Durante el
siglo XVII tuvieron lugar los más importantes avances en las matemáticas desde
la era de Arquímedes y Apolonio. El siglo comenzó con el descubrimiento de los
logaritmos por el matemático escocés John Napier (Neper); su gran utilidad
llevó al astrónomo francés Pierre Simon Laplace a decir, dos siglos más tarde,
que Neper, al reducir el trabajo de los astrónomos a la mitad, les había
duplicado la vida.
La ciencia de
la teoría de números, que había permanecido aletargada desde la época medieval,
es un buen ejemplo de los avances conseguidos en el siglo XVII basándose en los
estudios de la antigüedad clásica. La obra Las aritméticas de Diofante
ayudó a Fermat a realizar importantes descubrimientos en la teoría de números.
Su conjetura más destacada en este campo fue que no existen soluciones de la
ecuación an+bn=cn con a, b y c enteros positivos si n es mayor que 2. Esta conjetura, conocida como
último teorema de Fermat, ha generado gran cantidad de trabajos en el álgebra y
la teoría de números.
En geometría
pura, dos importantes acontecimientos ocurrieron en este siglo. El primero fue
la publicación, en el Discurso del método (1637) de Descartes, de su
descubrimiento de la geometría analítica, que mostraba cómo utilizar el álgebra
(desarrollada desde el renacimiento) para investigar la geometría de las curvas
(Fermat había hecho el mismo descubrimiento pero no lo publicó).
El Discurso
del método, junto con una serie de pequeños tratados con los que fue
publicado, ayudó y fundamentó los trabajos matemáticos de Isaac Newton hacia
1660. El segundo acontecimiento que afectó a la geometría fue la publicación,
por el ingeniero francés Gérard Desargues, de su descubrimiento de la geometría
proyectiva en 1639.
Aunque este trabajo fue alabado por Descartes y por el
científico y filósofo francés Blaise Pascal, su terminología excéntrica y el
gran entusiasmo que había causado la aparición de la geometría analítica
retrasó el desarrollo de sus ideas hasta principios del siglo XIX, con los
trabajos del matemático francés Jean Victor Poncelet.
Otro avance
importante en las matemáticas del siglo XVII fue la aparición de la teoría de
la probabilidad a partir de la correspondencia entre Pascal y Fermat sobre un
problema presente en los juegos de azar, el llamado problema de puntos. Este
trabajo no fue publicado, pero llevó al científico holandés Christiaan Huygens
a escribir un pequeño folleto sobre probabilidad en juegos con dados, que fue
publicado en el Ars coniectandi (1713) del matemático suizo Jacques
Bernoulli.
Tanto Bernoulli como el francés Abraham De Moivre, en su Doctrina
del azar de 1718, utilizaron el recién descubierto cálculo para avanzar
rápidamente en su teoría, que para entonces tenía grandes aplicaciones en
pujantes compañías de seguros.
Sin embargo, el
acontecimiento matemático más importante del siglo XVII fue, sin lugar a dudas,
el descubrimiento por parte de Newton de los cálculos diferencial e integral,
entre 1664 y 1666. Newton se basó en los trabajos anteriores de dos
compatriotas, John Wallis e Isaac Barrow, así como en los estudios de otros
matemáticos europeos como Descartes, Francesco Bonaventura Cavalieri, Johann
van Waveren Hudde y Gilles Personne de Roberval.
Unos ocho años más tarde, el
alemán Gottfried Wilhelm Leibniz descubrió también el cálculo y fue el primero
en publicarlo, en 1684 y 1686. El sistema de notación de Leibniz es el que se
usa hoy en el cálculo.
Situación
en el siglo XVIII
Durante el
resto del siglo XVII y buena parte del XVIII, los discípulos de Newton y
Leibniz se basaron en sus trabajos para resolver diversos problemas de física,
astronomía e ingeniería, lo que les permitió, al mismo tiempo, crear campos
nuevos dentro de las matemáticas. Así, los hermanos Jean y Jacques Bernoulli
inventaron el cálculo de variaciones y el matemático francés Gaspard Monge la
geometría descriptiva.
Joseph Louis
Lagrange, también francés, dio un tratamiento completamente analítico de la
mecánica en su gran obra Mecánica analítica (1788), en donde se pueden
encontrar las famosas ecuaciones de Lagrange para sistemas dinámicos. Además,
Lagrange hizo contribuciones al estudio de las ecuaciones diferenciales y la teoría
de números, y desarrolló la teoría de grupos. Su contemporáneo Laplace escribió Teoría analítica de las probabilidades (1812) y el clásico Mecánica
celeste (1799-1825), que le valió el sobrenombre de ‘el Newton francés’.
El gran
matemático del siglo XVIII fue el suizo Leonard Euler, quien aportó ideas
fundamentales sobre el cálculo y otras ramas de las matemáticas y sus
aplicaciones. Euler escribió textos sobre cálculo, mecánica y álgebra que se
convirtieron en modelos a seguir para otros autores interesados en estas
disciplinas. Sin embargo, el éxito de Euler y de otros matemáticos para
resolver problemas tanto matemáticos como físicos utilizando el cálculo sólo
sirvió para acentuar la falta de un desarrollo adecuado y justificado de las
ideas básicas del cálculo.
La teoría de Newton estaba basada en la cinemática y
las velocidades, la de Leibniz en los infinitésimos, y el tratamiento de
Lagrange era completamente algebraico y basado en el concepto de las series
infinitas. Todos estos sistemas eran inadecuados en comparación con el modelo
lógico de la geometría griega, y este problema no fue resuelto hasta el siglo
posterior.
Las
matemáticas en el siglo XIX
En 1821, un
matemático francés, Augustin Louis Cauchy, consiguió un enfoque lógico y
apropiado del cálculo. Cauchy basó su visión del cálculo sólo en cantidades
finitas y el concepto de límite. Sin embargo, esta solución planteó un nuevo
problema, el de la definición lógica de número real.
Aunque la definición de
cálculo de Cauchy estaba basada en este concepto, no fue él sino el matemático
alemán Julius W. R. Dedekind quien encontró una definición adecuada para los
números reales, a partir de los números racionales, que todavía se enseña en la
actualidad; los matemáticos alemanes Georg Cantor y Karl T. W. Weierstrass
también dieron otras definiciones casi al mismo tiempo.
Un problema más
importante que surgió al intentar describir el movimiento de vibración de un
resorte —estudiado por primera vez en el siglo XVIII— fue el de definir el
significado de la palabra función. Euler, Lagrange y el matemático francés
Joseph Fourier aportaron soluciones, pero fue el matemático alemán Peter G. L.
Dirichlet quien propuso su definición en los términos actuales.
Además de
fortalecer los fundamentos del análisis, nombre dado a partir de entonces a las
técnicas del cálculo, los matemáticos del siglo XIX llevaron a cabo importantes
avances en esta materia.
A principios del siglo, Carl Friedrich Gauss dio una
explicación adecuada del concepto de número complejo; estos números formaron un
nuevo y completo campo del análisis, desarrollado en los trabajos de Cauchy,
Weierstrass y el matemático alemán Bernhard Riemann.
Otro importante avance del
análisis fue el estudio, por parte de Fourier, de las sumas infinitas de expresiones
con funciones trigonométricas. Éstas se conocen hoy como series de Fourier, y
son herramientas muy útiles tanto en las matemáticas puras como en las
aplicadas.
Además, la investigación de funciones que pudieran ser iguales a
series de Fourier llevó a Cantor al estudio de los conjuntos infinitos y a una
aritmética de números infinitos. La teoría de Cantor, que fue considerada como
demasiado abstracta y criticada como "enfermedad de la que las matemáticas
se curarán pronto", forma hoy parte de los fundamentos de las matemáticas
y recientemente ha encontrado una nueva aplicación en el estudio de corrientes
turbulentas en fluidos.
Otro
descubrimiento del siglo XIX que se consideró abstracto e inútil en su tiempo
fue la geometría no euclídea. En esta geometría se pueden trazar al menos dos
rectas paralelas a una recta dada que pasen por un punto que no pertenece a
ésta.
Aunque descubierta primero por Gauss, éste tuvo miedo de la controversia
que su publicación pudiera causar. Los mismos resultados fueron descubiertos y
publicados por separado por el matemático ruso Nikolái Ivánovich Lobachevski y
por el húngaro János Bolyai.
Las geometrías no euclídeas fueron estudiadas en
su forma más general por Riemann, con su descubrimiento de las múltiples
paralelas. En el siglo XX, a partir de los trabajos de Einstein, se le han
encontrado también aplicaciones en física.
Gauss es uno de
los más importantes matemáticos de la historia. Los diarios de su juventud
muestran que ya en sus primeros años había realizado grandes descubrimientos en
teoría de números, un área en la que su libro Disquisitiones arithmeticae (1801) marca el comienzo de la era moderna. En su tesis doctoral presentó la
primera demostración apropiada del teorema fundamental del álgebra.
A menudo
combinó investigaciones científicas y matemáticas. Por ejemplo, desarrolló
métodos estadísticos al mismo tiempo que investigaba la órbita de un planetoide
recién descubierto, realizaba trabajos en teoría de potencias junto a estudios
del magnetismo, o estudiaba la geometría de superficies curvas a la vez que
desarrollaba sus investigaciones topográficas.
De mayor
importancia para el álgebra que la demostración del teorema fundamental por
Gauss fue la transformación que ésta sufrió durante el siglo XIX para pasar del
mero estudio de los polinomios al estudio de la estructura de sistemas
algebraicos. Un paso importante en esa dirección fue la invención del álgebra
simbólica por el inglés George Peacock.
Otro avance destacado fue el
descubrimiento de sistemas algebraicos que tienen muchas propiedades de los
números reales. Entre estos sistemas se encuentran las cuaternas del matemático
irlandés William Rowan Hamilton, el análisis vectorial del matemático y físico
estadounidense Josiah Willard Gibbs y los espacios ordenados de n dimensiones del matemático alemán Hermann Günther Grassmann.
Otro paso
importante fue el desarrollo de la teoría de grupos, a partir de los trabajos
de Lagrange. Galois utilizó estos trabajos muy a menudo para generar una teoría
sobre qué polinomios pueden ser resueltos con una fórmula algebraica.
Del mismo modo
que Descartes había utilizado en su momento el álgebra para estudiar la
geometría, el matemático alemán Felix Klein y el noruego Marius Sophus Lie lo
hicieron con el álgebra del siglo XIX. Klein la utilizó para clasificar las
geometrías según sus grupos de transformaciones (el llamado Programa Erlanger),
y Lie la aplicó a una teoría geométrica de ecuaciones diferenciales mediante
grupos continuos de transformaciones conocidas como grupos de Lie.
En el siglo
XX, el álgebra se ha aplicado a una forma general de la geometría conocida como
topología.
También los
fundamentos de las matemáticas fueron completamente transformados durante el
siglo XIX, sobre todo por el matemático inglés George Boole en su libro Investigación
sobre las leyes del pensamiento (1854) y por Cantor en su teoría de
conjuntos. Sin embargo, hacia finales del siglo, se descubrieron una serie de
paradojas en la teoría de Cantor.
El matemático
inglés Bertrand Russell encontró una de estas paradojas, que afectaba al propio
concepto de conjunto. Los matemáticos resolvieron este problema construyendo
teorías de conjuntos lo bastante restrictivas como para eliminar todas las
paradojas conocidas, aunque sin determinar si podrían aparecer otras paradojas;
es decir, sin demostrar si estas teorías son consistentes. Hasta nuestros días,
sólo se han encontrado demostraciones relativas de consistencia (si la teoría B es consistente entonces la teoría A también lo es).
Especialmente
preocupante es la conclusión, demostrada en 1931 por el lógico estadounidense
Kurt Gödel, según la cual en cualquier sistema de axiomas lo suficientemente
complicado como para ser útil a las matemáticas es posible encontrar
proposiciones cuya certeza no se puede demostrar dentro del sistema.
Las
matemáticas actuales
En la
Conferencia Internacional de Matemáticos que tuvo lugar en París en 1900, el
matemático alemán David Hilbert expuso sus teorías. Hilbert era catedrático en
Gotinga, el hogar académico de Gauss y Riemann, y había contribuido de forma
sustancial en casi todas las ramas de las matemáticas, desde su clásico Fundamentos
de la geometría (1899) a su Fundamentos de la matemática en
colaboración con otros autores.
La conferencia
de Hilbert en París consistió en un repaso a 23 problemas matemáticos que él
creía podrían ser las metas de la investigación matemática del siglo que
empezaba.
Estos
problemas, de hecho, han estimulado gran parte de los trabajos matemáticos del
siglo XX, y cada vez que aparecen noticias de que otro de los "problemas
de Hilbert" ha sido resuelto, la comunidad matemática internacional espera
los detalles con impaciencia.
A pesar de la
importancia que han tenido estos problemas, un hecho que Hilbert no pudo
imaginar fue la invención del ordenador o computador digital programable,
primordial en las matemáticas del futuro.
Aunque los
orígenes de las computadoras fueron las calculadoras de relojería de Pascal y
Leibniz en el siglo XVII, fue Charles Babbage quien, en la Inglaterra del siglo
XIX, diseñó una máquina capaz de realizar operaciones matemáticas
automáticamente siguiendo una lista de instrucciones (programa) escritas en
tarjetas o cintas.
La imaginación
de Babbage sobrepasó la tecnología de su tiempo, y no fue hasta la invención del
relé, la válvula de vacío y después la del transistor cuando la computación
programable a gran escala se hizo realidad.
Este avance ha dado un gran impulso a ciertas
ramas de las matemáticas, como el análisis numérico y las matemáticas finitas,
y ha generado nuevas áreas de investigación matemática como el estudio de los
algoritmos.
Se ha
convertido en una poderosa herramienta en campos tan diversos como la teoría de
números, las ecuaciones diferenciales y el álgebra abstracta. Además, el
computador u ordenador ha permitido encontrar la solución a varios problemas
matemáticos que no se habían podido resolver anteriormente, como el problema
topológico de los cuatro colores propuesto a mediados del siglo XIX.
El teorema
dice que cuatro colores son suficientes para dibujar cualquier mapa, con la
condición de que dos países limítrofes deben tener distintos colores. Este
teorema fue demostrado en 1976 utilizando una computadora de gran capacidad de
cálculo en la Universidad de Illinois (Estados Unidos).
El conocimiento
matemático del mundo moderno está avanzando más rápido que nunca. Teorías que
eran completamente distintas se han reunido para formar teorías más completas y
abstractas.
Aunque la
mayoría de los problemas más importantes han sido resueltos, otros como las
hipótesis de Riemann siguen sin solución. Al mismo tiempo siguen apareciendo
nuevos y estimulantes problemas. Parece que incluso las matemáticas más
abstractas están encontrando aplicación.
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